KHĒMIA
Todo cuanto existe, es (y ha sido siempre) el resultado del incesante devenir de la naturaleza, el cual tiene sus orígenes en los planos más sutiles y cuya base fundamental es la transformación de los elementos primordiales.
Durante tiempos remotos e indescifrables, esa «evolución» estaría entonces sujeta a las simples transiciones que por principio conceptual se producían. Un mal imprescindible del que ninguna humanizada entidad conseguía escapar.
Sin embargo, con el “nacimiento” del primer anaxándrox aquel proceso sufriría un abrupto recambio que acabaría con tan vetusta y mecánica “alianza” y -de paso- con la denominada “era dorada” del Cosmos.